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Cómo hacer que tus hijos merienden bien en las vacaciones (y no morir en el intento)

Cómo hacer que tus hijos merienden bien en las vacaciones (y no morir en el intento)

 

Dicen que las vacaciones de verano son para los niños. No seremos nosotros quienes te digamos lo contrario, pero nos gustaría ayudarte a que algunas tareas te resulten un poco más sencillas. Uno de los caballos de batalla más difíciles de lidiar para los padres, es lo relativo a la alimentación de sus hijos. En muchos casos, se convierte en un verdadero reto conseguir una disciplina para que se sienten en la mesa y eso también incluye a las meriendas.

Los meses de julio y agosto vienen acompañados de tardes de piscina, juegos en la calle o práctica de deporte. Para los más pequeños, son estímulos muy grandes que los hacen difíciles de controlar. En muchos casos, las madres y los padres optan por soluciones rápidas para sus tentempiés. Eso a la larga supone un perjuicio para su salud. Hoy te contamos los motivos y te presentamos algunas alternativas para te resulte más fácil realizar meriendas sanas.

El problema de las meriendas basura

El marketing de la industria de alimentos orientados a niños es muy potente. Sus acciones apuntan a captar la atención de los más pequeños a través de mensajes atractivos, que poco tienen que ver con el producto en sí. El concepto de “comer con los ojos” alcanza aquí su máxima expresión. En algunos casos se utilizan personajes de películas o series, en otros envoltorios muy coloridos e incluso regalos. Esto provoca que sea muy fácil para ellos caer en las redes de la publicidad. La imaginación de los niños es maravillosa, pero en estos casos puede jugar en su contra.

Por otro lado están los padres. El tipo de vida que llevamos donde apenas tenemos tiempo, suele favorecer que también caigan en el error de decantarse por alimentos ultraprocesados. A fin de cuentas, tan solo se trata de abrir un envoltorio. Sin embargo, el contenido de azúcar y aditivos es tan elevado que sus consecuencias para el organismo de los pequeños son graves si se consumen de forma habitual.

Tienen características organolépticas de origen industrial que fomentan que cuando más se consuman, más apetezca volver a hacerlo. En mayor o menor medida siempre contienen sal, azúcar, harinas refinadas, conservantes, aditivos o grasas poco saludables. Por ejemplo, uno de los bollos industriales más famosos tiene casi 300 kcal por unidad y unos 15 gr de azúcar. Para que te hagas una idea, una ración de 100 gr de lomo de cerdo o una de atún no llegan a las 200 kcal.

Consejos para hacer que las meriendas de tus hijos sean más sanas y atractivas

Pero no te preocupes, a pesar de lo que te hemos contado en el apartado anterior hay muchas opciones para no tener que depender de las meriendas basura. La clave es convencer a nuestros pequeños de que hay alternativas mucho más apetecibles. Aquí te dejamos algunos tips que pueden serte de utilidad:

  • Los superpoderes de las frutas: ¿por qué no ilusionarles con ejemplos de sus personajes más admirados? Decir a un niño que sus deportistas preferidos toman frutas antes de sus partidos, puede ser un aliciente perfecto para alimentar su interés.
  • Fruta pelada y cortada: las meriendas, como cualquier otra comida del día, tienen que entrar por los ojos. No es lo mismo coger un plátano del frutero y pelarlo, que servirlo en un bol con trocitos de otras frutas, yogur y un poco de canela. Esos cinco minutos de preparación, bien merecen la pena.
  • Muestra el comportamiento que quieres ver en ellos: los niños son máquinas de copiar lo que hacen sus mayores. Incluir rutinas sanas en el ambiente familiar les hará sentir que van en el camino correcto si se alimentan bien.
  • Chocolate, sí, pero de calidad: los niños son niños y las meriendas sanas no tienen por qué estar exentas de dulces de vez en cuanto. Pero siempre de calidad y en raciones limitadas.
  • Meriendas variadas: una buena manera de sorprenderles y no caer en la monotonía es variar cada día el tipo de merienda. Fruta, sándwiches de pavo, salmón o aguacate, cereales con yogur, membrillo con queso… Hay muchas posibilidades y todas diferentes.
  • Aleja la televisión: no queremos niños robóticos con la mirada fija en una pantalla. Si asociamos una Tablet o un monitor a la comida estaremos cometiendo un grave error. La alimentación tiene que ser una actividad en sí que podemos realizar en la mesa, en el parque o en la piscina. Si creamos una dependencia digital, el resto de los consejos no tendrán demasiado efecto.